Potentísimo debut del actor, y
ahora director, Raúl Arévalo. Construye un modesto thriller tan tenso como
intenso, de cocción lenta pero de ejecución rápida. Una película sobre la
gestación lenta y paciente de la ira. Tarde
para la ira es un film que se muestra prometedor en ese impresionante arranque
«rodado con cámara trasera», y satisfactorio en su resultado final. Muy buen
thriller al más puro estilo Peckinpah, filmado con cámara casera y escrito con
una asombrosa seguridad a la hora de contar lo que el director quiere narrar.
Pero lo que hace a Tarde para la ira realmente fuerte son
unas exquisitas interpretaciones. Luis Callejo acojona, pero Antonio de
la Torre da miedo, quien compone un personaje solitario angustiado,
atormentado, desequilibrado, perturbado, incapaz de controlar sus impulsos y
que no descansará hasta lograr su venganza «ya sea en esta vida o en la otra».
Con Tarde para la ira, Raúl Arévalo da sus primeros pasos, pisando muy,
muy fuerte, con energía y seguridad. Unos pasos que indudablemente habrá que
seguir. Una película con la que el espectador sentirá tantas emociones en tan
corto tiempo que no conseguirá controlar, al igual que una venganza. Porque ¿quién
sabe? Algún día puede que pierdas todo en la vida y quieras vengarte de alguien.
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