Debut en la dirección de Dean Devlin, quien se curtió profesionalmente como productor y guionista de Roland Emmerich, y eso se nota. Geostorm no solo recicla el tipo de premisa climatológica que el director alemán ya manejó en El día del mañana, sino que directamente le copia la premisa a la primera película de Emmerich, El principio del arca de Noé «en la que ya se intuían catástrofes causadas por estaciones espaciales meteorológicas». Además, aquí Devlin vuelve a echar mano del patrioterismo y el exceso emocional sobre los que en su día recurrió para elaborar los guiones de Independece Day y de su secuela.
Geostorm se puede hacer pasar perfectamente por un telefilm de un sábado por la tarde, de esos que echan en Cuatro. Además, muestra su gran debilidad a la hora de enfrentarse a las escenas dialogadas «con diálogos pobres», siendo las escenas de acción su punto fuerte «aunque no sean para tirar cohetes». Una típica película de catástrofes que ofrece lo que esperas: un guion falto de coherencia, situaciones ilógicas y altamente improbables, personajes sin alma, una narración algo irregular y unos efectos visuales que, aunque estén a la altura, se les nota muchísimo la limitación del presupuesto. A todo ello, le sumamos un aderezo de torpe sentimentalismo y algunos chistes poco oportunos dentro de un contexto de vida o muerte.
La
película no solo carece de credibilidad, sino que resulta demasiado previsible
y en algunos momentos no cumple una de las funciones principales del cine de su
género: la de entretener.
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