"Nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a quienes odiamos. Por la misma razón, pues, podríamos creer que nunca estaremos absolutamente cerca de aquellos a quienes amamos."
Con esta consideración arrancaba Albert Sánchez Piñol uno de sus libros más reconocidos: La piel fría. Libro que trascendió en su momento por su oscuro estilo, plagado de tensiones casi claustrofóbicas y paranoicas reflexiones sobre la locura. Un texto acercándose en ocasiones a un estilo casi "Lovecraftiano", que le consiguió un gran número de adeptos.
Este pasado viernes 20 de octubre, tras 15 años de su publicación, La piel fría ha resurgido para ser llevada a la gran pantalla de la mano de Xavier Gens.
Un joven irlandés, huyendo de su antigua patria, acepta un trabajo como oficial meteorológico en una isla perdida en medio del océano, sin más compañía que la de un misterioso y huraño individuo recluido en un faro. Pero de noche se ve asediado por unas extrañas criaturas salidas del mar, de repente, se ve atrapado en una constante lucha por la supervivencia.
Con esta premisa zarpa La piel fría, un thriller terrorífico con una profunda carga reflexiva sobre la locura y el miedo a lo desconocido. Elementos característicos del libro que se echan muy en falta en la película.
Si por algo destacaba el texto original, era por el desarrollo y relación entre personajes. Conseguía plasmar de una manera fascinante la transición de una mente sana hacia el borde de la locura, cómo un hombre civilizado y con estudios, se ve sometido a ejercer unos incesantes y agotadores esfuerzos por mantenerse con vida. Cómo la obsesión y la paranoia del no saber si son sus últimos instantes con vida, van mermando poco a poco su juicio y sumergiéndolo en la demencia.
En la película todo esto se pierde. Los asedios de las criaturas, lejos de ser tensos, se hacen pesados y tediosos. Los personajes se sienten muy simples y llanos, donde en la novela había angustia y desesperación, hay monotonía e indiferencia. La impertérrita expresión del protagonista le arranca cualquier ápice de carisma, complicando mucho que el público pueda llegar a empatizar. Y es que todos los personajes se sienten simples y sin sustancia. Con Gruner (antes conocido como Batís Caffó) pasa lo mismo, un ser humano alienado de la sociedad durante años, sometido a constantes hordas de criaturas, reflejo viviente de la crudeza de la isla, se ve transformado en la película en una suerte de troglodita sin pena ni gloria.
Puede que parte del problema esté en el mismo tratamiento de la historia, las escenas se suceden en una cadena temporal que avanzan a pasos agigantados, ansiosa por cubrir terreno y llegar al final. En muchas ocasiones haciendo considerables saltos cronológicos, marcados únicamente por una barba que aparece según conviene.
El resultado se aprecia claramente: una historia carente de personalidad, incapaz de profundizar en ningún personaje, haciéndolos más artificiales y dificultando la capacidad del público para empatizar con ellos. No se puede contar una historia con unos personajes que no sean creíbles, son unos de los principales vehículos narrativos, si ellos no avanzan, la trama pierde contundencia y se vuelve distante.
El resultado se aprecia claramente: una historia carente de personalidad, incapaz de profundizar en ningún personaje, haciéndolos más artificiales y dificultando la capacidad del público para empatizar con ellos. No se puede contar una historia con unos personajes que no sean creíbles, son unos de los principales vehículos narrativos, si ellos no avanzan, la trama pierde contundencia y se vuelve distante.
Soy consciente de que una adaptación no tiene por qué pretender ser un calco del producto original, y más aún si tenemos en cuenta que el lenguaje literario y el cinematográfico son completamente distintos. Un libro o una novela, contiene muchísimos más acontecimientos de los que una adaptación puede llegar a albergar, es lógico que se vaya a obviar información, o incluso que se cambie la historia para que la película funcione. Pero esos cambios y omisiones deben obedecer a un fin, tienen que contribuir a la creación de un producto coherente y con significado, si no se hace bien acaba pasando lo que vemos en La piel fría, una historia contada a trompicones carente de alma.
Al final la película se siente como su título, fría, sin gran cosa destacable a parte de una estética acertada y una caracterización del personaje de Aura Garrido muy conseguida. Es una lástima, porque habían muchos puntos interesantes en la novela con potencial para la gran pantalla, y simplemente esta adaptación no está a la altura, se ve superada en todo momento por una trama que le viene grande.
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