The Martian de Ridley Scott, tercera película que aborda el tema del
espacio, está basada en la novela de Andy Weir y narra la historia de
supervivencia extrema de un astronauta de la NASA que queda solo e
incomunicado en Marte. Sus jefes lo daban por muerto, pero en realidad
vive, o mejor dicho, sobrevie gracias a sus amigas la ciencia y la
tecnología. Quizá porque la NASA ha supervisado y contribuido
directamente en el proyecto «50 páginas del guion son suyas», la
película mantiene en todo momento la corrección y tiene la culpa de que
la historia no tome un giro hacia la crítica o la denuncia. Aún así, The
Martian «dejando a un lado si comete o no errores científicos» es un
magnífico y visualmente impecable producto comercial que aspira a ser
algo más que un mero blockbuster del entretenimiento.
Matt Damon convertido en un auténtico Robinson Crusoe, además de aportar
carisma, añade a su personaje un nivel superior de matices de optimismo
y realismo que hacen que la historia no deje de tener vida en ningún
momento. Así también todos los demás personajes son necesarios para
conseguir mantener la verosimilitud de la historia, cada uno de ellos
aporta exactamente lo que la película necesita para contarnos la
historia con una adecuada dosis de veracidad para que el espectador se
crea todo lo que se está desarrollando ante sus ojos. Ridley Scott nos
ofrece una disfrutable aventura estratosférica, que sin llegar a la
espectacularidad grave de Gravity y sin la profundidad atemporal de
Interstellar, consigue mantenernos en tensión durante las más de dos
horas, e incluso llegar que sintamos verdadera angustia y necesidad de
que logre salir con vida de esa situación, aún habiendo momentos en los
que no hay ninguna posibilidad de sobrevivir.
The Martian es puro entretenimiento, inteligente, creíble, en el que la corrección resulta ser un lastre, pero consigue que la trama sea muy cercana. Producto que se ve incapaz de permanecer en la memoria.
The Martian es puro entretenimiento, inteligente, creíble, en el que la corrección resulta ser un lastre, pero consigue que la trama sea muy cercana. Producto que se ve incapaz de permanecer en la memoria.
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