He de decir que no me considero fan de los tebeos de Anacleto «de hecho, si no recuerdo mal, no me he leído ni una sola viñeta», ese espía de pacotilla inventado por Vázquez allá por 1964 para Bruguera «algo así como la Marvel española» y he de decir que esta conseguida adaptación me ha sorprendido para bien.
Ya en su inicio: en el que se ve cómo Anacleto «el héroe, nuestro héroe» se queda tirado en mitad del desierto y termina por atravesarlo a pie hasta la prisión en la que encerró hace 30 años a su archienemigo, el malvado Vázquez, nos anuncia que lo que estamos a punto de presenciar va a ser algo alocado y extravagante. A eso se le llama un arranque que apunta maneras, que promete y que más adelante no defrauda. Porque Anacleto: Agente secreto es un disfrutable y saludable divertimento y entretenimiento. Javier Ruiz Caldera (3 bodas de más) logra mezclar a la perfección los esquemas de la comedia americana con un humor made in Spain sin que chirríe lo más mínimo. Su condición de entretenimiento sin más miramientos funciona tan bien que el espectador digiere con insólita facilidad todo lo que está sucediendo en la pantalla. Anacleto: Agente secreto es un combinado de acción (tan cordial y estridente como bisoña), ingeniosos gags bebedores de lo absurdo, rapidez en el trazo y, lo mejor, la entrañable relación entre dos opuestos: el serio Anacleto y el cachondo de su hijo, interpretado con mucha gracia por Quim Gutiérrez, cuyo personaje es convertido en un co-héroe que sabe disparar, luchar, defenderse y que paradójicamente no sabe desabrocharse el cinturón de seguridad de un vehículo.
Para realizar su arriesgada locura, Javier Ruiz Caldera cuenta con locos del humor como Berto Romero, que debuta como actor con un estreno inmejorable, Alexandra Jiménez, en un personaje tan poco inspirado como innecesario, Carlos Areces «tan en su línea que empieza a no divertir tanto como debería», las breves pero estupendas aparciones de Rossy de Palma, Toni Sevilla, Emilio Gutiérrez Caba, Silvia Abril o el contundente cameo de Buenafuente y Corbacho.
La película en ningún momento se toma en serio lo que nos está contando, por lo que funciona como una parodia del héroe español y de los estereotipos nacionales, y que a su vez funciona también como un homenaje a los clásicos del cine de espías americano como la saga de Jason Bourne o la de Misión Imposible. El film es tan brillante visualmente y con una bien distribuida acción que te costará asumir que lo que estás viendo se trata de un producto comercial hecho en nuestro país.
Anacleto: Agente secreto nos propone un espía nacional, tan serrano como el jamón, con un Antonio Alcántara (Imanol Arias) vestido de smoking hecho un auténtico agente secreto, clásico en sus maneras, veterano en su profesión pero con un punto de seducción e imagen renovada. Vamos, una de espías a la española.
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