Tras su fracasada incursión en la ciencia ficción con After Earth, el
cineasta indio M. Night Shyamalan vuelve a sus orígenes para retomar su
especialidad, el misterio y el suspense, con las mismas ganas de jugar
que tenía cuando El sexto sentido. La visita es una película de terror y
misterio que a modo de found footage «género que sirve para
canalización de la historia» nos narra cómo una madre envía a sus dos
hijos a casa de los abuelos maternos a pasar unos días. Pronto los niños
desubrirán que los abuelos se comportan de manera extraña y que para
ellos esos días se convertirán en los peores días de sus vidas.
La película es un eficaz e inquietante ejercicio de misterio, que
contiene sustos tan poco efectivos como esperados, ya que la idea de
Shyamalan no es la de asustar sino inquietar y aterrorizar y dejar con
la boca abierta al espectador con un inesperado y sorprendente giro
argumental al final. El director, ayudado por una puesta en escena tan
efectiva como tan común, logra atrapar al espectador en una ratonera en
la que no tiene escapatoria. A esto se le suma un terror psicológico tan
demencial y una atmósfera tan acogedora como una bandeja de galletas
recíen hechas por tu abuela. Tanto los exteriores gélidos pero luminosos
como los oscuros sótanos y las noches lunáticas crean un ambiente de
anormalidad con el que jamás de los jamases se nos ocurríria pensar en
lo que realmente está sucediendo en la casa.
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