Vi Jurassic Park con nueve años y no tengo dudas en que fue una de las
películas con las que crecí y marcaron mi infancia. Ahora ver Jurassic
World con veintisiete años no me esperaba que fuese lo mismo, y así ha
sido, pero ciertamente, si me ha creado cierta nostalgia. Pero supongo
que los niños de hoy en día se sentirán como yo y como mucha gente se
sintió al ver por primera vez un dinosaurio en pantalla. Porque Jurassic
World ofrece muchas cosas nuevas, también pirotécnia y espectacularidad
a raudales, pero no conserva el corazón de la primera.
Es evidente que muchas cosas han cambiado en este nuevo parque, una de ellas son los coches que circulaban por vías que ahora se han convertido en algo así como una especie de pelota grande hecha de un cristal superresistente, las cuales reciben el nombre de giroesferas. Sin embargo, lo que no ha cambiado es la banda sonora, Michael Giacchino plagia, casi en su totalidad, la maravillosa partitura de John Williams.
Quizás, uno de los puntos fuertes del film es que ofrece nuevas especies
de dinosaurios muchos más grandes, como el mencionado al comienzo o el
mosasauro, ese reptil marino gigante que se muestra mucho más grande de
lo que era en realidad «¿un error científico? No lo creo». Aunque las
escenas más espectaculares las siguen teniendo los velociraptores. Otro
punto fuerte es sin duda la pareja formada por Chris Pratt (Guardianes
de la galaxia) y Bryce Dallas Howard (The Village), hechos unos
auténticos héroes.
Conclusión, Jurassic World es un espectáculo entretenido que ofrece más aunque no por ello mejor, que se olvida totalmente de la artesanía spielbergiana y deja todo en manos de los efectos digitales y las nuevas tecnologías.
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