La escalera de Jacob es un film que
resulta eclético hasta el extremo, pero que sin embargo encuentra su mayor
virtud en un espléndido trabajo interpretativo de Tim Robbins, quien poniendo
cara de asustado nos deja los mejores momentos en las terroríficas visiones que
aterran al personaje que interpreta.
En el lado negativo «donde hay
mucha tela que cortar», nos encontramos con una impersonal dirección del
cineasta y un guión que se estira hasta lo indecible, con mucha paja mental e
ida de olla que sirve de relleno, y a esto se suma la desastrosa labor de un
reparto mal escogido «seguramente por el responsable de casting» y compuesto
por una Elizabeth Peña y Danny Aiello; una por no transmitir absolutamente nada
y el otro por sobreactuar, por no hablar de una composición musical de Maurice
Jarre que pasa totalmente inadvertida.
Respecto al final «no voy
a spoilear por respeto a los que no la hayan visto», el espectador sentirá una fuerte
confusión mezclada con una ligera sensación de llenado y de insatisfacción al
mismo tiempo, para después preguntarse: “¿Y tanta mierda para esto?” seguido de
una mediocre justificación final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario