Pongámonos en contexto, 3 de mayo de 2013, hacía exactamente 364 días que el género de los superhéroes había dado un enorme salto cualitativo con el estreno de la primera adaptación cinematográfica de un grupo de superhéroes. La película de Vengadores se estrenó en 2012, siendo un evento histórico dentro de este género, el némesis de Marvel se unió a este cambio generacional y quiso crear su propio universo, comenzando a lo grande, con el superhéroe por antonomasia, Superman, estrenando así El hombre de Acero, en junio de 2013. Entre las dos películas anteriormente mencionadas nos encontrábamos con la película sucesora de Vengadores en el Universo Cinematográfico de Marvel, Iron Man 3.
Con este film se daría por concluida la trilogía del hombre de hierro, el héroe que comenzó todo un universo iba a cerrar su etapa individual. Cualquiera se puede hacer una idea de las expectativas puestas sobre esta película tras el rotundo éxito de su antecesora y al saber que era la película que iba a cerrar la trama de Tony Stark. El, permitiéndome la apropiación anglosajona, hype alcanzó cotas inimaginables con el lanzamiento de unos tráilers que nos mostraban a un Tony Stark atormentado tras los sucesos de Nueva York y a uno de los villanos más importantes del multimillonario ingeniero dentro de los cómics, el archiconocido Mandarín. Pues bien, no es oro todo lo que reluce.
Al César lo que es del César, Disney supo vender de forma magistral esta película, prueba de ello son los más de mil doscientos millones de dólares que logró recaudar. El inicio cumplía lo que prometía, un Tony Stark con problemas de ansiedad y una obsesión compulsiva de crear trajes a la espera de un nuevo ataque alienígena y su relación con Pepper Potts se marchitaba por su enfermiza preocupación y algunos fantasmas del pasado, mientras tanto el Mandarín ejercía la doctrina del terror y atemorizaba a occidente con numerosos atentados. Hasta aquí todo bien. El culmen llegaría tras la amenaza vía televisión de Tony Stark a el Mandarín tras un nuevo acto terrorista en Estados Unidos. Acto seguido, en California, la casa del filántropo comenzaría a ser bombardeada tras una orden directa del villano, a duras penas logró salvarse. Todo parecía perfecto, pero lo que apuntaba ser una muy buena película murió en el momento que Iron Man cae inconsciente en algún lugar del estado de Tennesse.
Tras el suceso comentado anteriormente, la película comienza a tomar un ritmo extremadamente lento para lo que se puede esperar de una cinta de este género. Si al menos se profundizara en la historia o en alguna subtrama podría ser justificable, pero tampoco es el caso. Tras una pelea genérica contra villanos ausentes de carisma, llegaría la escena más ínfima. El acto que finalmente hunde a esta película llega de la mano del de la caída en Tennesse, el villano de la trama, que apuntaba a entrar en el podio de mejores villanos del UCM resulta ser un simple actor que, para hacer aún más ridículo este plot twist, nos deleitan con una escena del villano saliendo del aseo tras, literalmente, defecar. Tras una ridícula discusión, el actor, llamado Trevor Slattery, le cuenta la verdad que se escondía tras el Mandarín y, para decepción de muchos, resultaba ser otro villano plano llamado Aldrich Killian, que crea una sustancia llamada 'Extremis' que hace poderoso a quien pudiera soportarla y, redoble de tambores, ansía obtener más poder, para variar. Otro detalle, odia acérrimamente a Iron Man porque hacía catorce años le dejó plantado en una de sus numerosas fiestas. Carácter volcánico el de este Killian. Así que, se podría decir que usaron a uno de los villanos más importantes de Marvel para ser simplemente un impostor de un villano con importancia casi nula.
Tras esta gran decepción, pudimos sacar algo bueno del film. Pudimos ver un poco más de humanidad en el ególatra Tony Stark tras un acto heroico en el que salvaba a los pasajeros de un avión. Pero la decepción volvió, el gran acto final. La última batalla fue simplemente un ejército de trajes de hierro luchando contra los masillas infectados de Extremis, la sustancia creada por Killian. A su favor podría decir que, quizás, es la mejor batalla dentro de su trilogía, pero no se puede comparar a otras que hayamos podido contemplar en otras películas. Finalmente, y para cumplir con el canon, el villano debía ser derrotado. ¿Pensabais que el encargado de esta tarea es, por suposición Iron Man? Pues no. La que acabó con la vida de Aldrich fue la novia de Tony, Pepper Potts, que había sido raptada y expuesta al Extremis. Exacto, acudiendo al tópico más visto en cualquier medio, el protagonista fue en busca de su amada, secuestrada por el villano. Trama aplicable a la de Mario Bros, la Princesa Peach y Bowser. Y sí, también tenemos a su Luigi particular, en este caso Máquina de Guerra, o Iron Patriot, como se le conocía en esta película a James Rhodes.
Puede que haya pecado de hacer una crítica algo nociva en mis líneas finales. Pero como fan del personaje me duele que su trilogía terminara de esta forma. Tenían todo a su favor, contaban con el mejor villano de las tres películas para trabajar con el, el héroe con más carisma, grandes personajes secundarios, y una trama directamente conectada con el éxito que fue Vengadores. Seguramente no sea la peor película del Universo Cinematográfico de Marvel, pero si la que más me ha decepcionado. Resulta irónico, pero pese a todo lo negativo que le haya podido destripar a Iron Man 3 y a que su trilogía haya ido decayendo película tras película, Iron Man siempre será mi personaje favorito de este universo cinematográfico. Pese a la desilusión que me haya podido generar esta película, siempre recordaré a el 'Hombre de Hierro' por haber sido el origen de este maravilloso universo.
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