La primera novela de la trilogía del Baztán, de la donostiarra Dolores Redondo, da el salto a la gran pantalla de la mano de Fernando González Molina, con adaptación de Luiso Berdejo. Está claro que la idea de del director navarro es conseguir el suficiente éxito que justifique adaptar los tres libros y quizá lo consiga, pero va a ser difícil debido a la polémica que se ha desatado estos días y que gira en torno a una actriz de la película.
Lo primero que llama la atención de El guardián invisible, y es posiblemente lo que merece la pena del
film, es el diseño de producción, en el que su encargado ha hecho un indudable esfuerzo
para que realmente luzca como un thriller de primera categoría en el apartado
visual. Al respecto es especialmente decisiva la fotografía nocturna de Flavio
Martínez Labiano, basada en tonos azulados y oscuros consiguiendo ese aspecto
frío y sombrío del valle, y el clima diluvioso, con localizaciones en las que
no para de llover.
Otro aspecto que destaca del film es la acertada selección
de casting, con unos actores idóneos para encarnar a los personajes de la novela.
Marta Etura está perfecta, Elvira Minguez lo hace bien, con un interesante
personaje que va adquiriendo cada vez más importancia a medida que se
desenvuelve la trama, también Carlos Librado, Manolo Solo o Pedro Casablanc
están correctos, pero no lo suficiente como para despertar ninguna emoción en
el espectador. Por el contrario, hay otros que simplemente no funcionan como Benn
Northover por lo poquísimo que aportan.
Los diálogos tan mecánicos, mil veces oídos, lastran a una
historia que mezcla folclore vasco-navarro, mitología, misterio y crimen, en la
que los personajes se interrelacionan entre sí y los flashbacks de la infancia traumática de la protagonista resultan
tan atractivos como intensos. El guardián
invisible es un thriller criminal tenso, con una intriga bien construida y
bien adaptada, en muchos aspectos mejorable, como un guion que pretende ser
fiel a la historia original y peca de algún error de adaptación que no sucede
tal como la novela, y que quizá deje la sensación de oportunidad perdida en el espectador.
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