Hace ya la friolera de cuarenta años que nació el púgil más famoso de la
historia del cine. Estoy hablando, como no, del gran Rocky Balboa.
Sylvester Stallone dio vida a ese peso pesado que no tardó en
convertirse en un auténtico mito cinematográfico. Pues bien, después de
tanto tiempo, Rocky vuelve al ring, pero esta vez lo hace para situarse
fuera de él. Dirigida por Ryan Coogler, la película no sólo revive el
espíritu del proyecto original de 1976, sino que también es capaz de
marcar su propio camino. Para sorpresa del público, Michael B. Jordan
consigue estar a la altura de las circunstancias y lograr recoger con
autoridad el testigo de un personaje que es uno de los iconos más
reconocibles del cine de los últimos años. Jordan encarna «de manera
convincente» a Adonis Creed, hijo de Apollo Creed, un boxeador
hambriento de victoria que quiere descubrir si es cierto que por sus
venas corre la sangre de su padre.
Además de por lo correcto de
su interpretación, el trabajo de Jordan destaca por una imponente
presencia física «resulta impresionante la musculatura que luce con
respecto al púgil con el que se enfrenta en el combate final» y por la
fantástica relación que tanto él como un maravilloso Stallone logran
crear entre alumno y entrenador. La película es un estimulante,
emocionante y revitalizante logro cuando se trata de transmitir ese
respetuoso espíritu deportivo que la película original consigue con la
inestimable ayuda de la victoria.
Con este spin-off es difícil no salir del cine emocionando como la primera vez que vi Rocky y con la extraña sensación de querer volver a verla, gracias a una banda sonora de Ludwig Göransson que mezcla nuevas sonoridades y una notable modificación de las notas originales de Bill Conti. Creed es un golpe directo al corazón.
Con este spin-off es difícil no salir del cine emocionando como la primera vez que vi Rocky y con la extraña sensación de querer volver a verla, gracias a una banda sonora de Ludwig Göransson que mezcla nuevas sonoridades y una notable modificación de las notas originales de Bill Conti. Creed es un golpe directo al corazón.
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