Si para convertirse en el mafioso más poderoso y reputado de Boston hay
que aliarse con la policía, se hace, aunque sea el puto FBI. Basado en
el libro Black Mass: The True Story of an Unholy Alliance Between the
FBI and the Irish Mob de Dick Lehr y Gerard O’Neill, el cuál se basa en
una historia verídica, el libreto adaptado de Mark Mallouk y Jez
Butterworth quiere tratar demasiadas cosas y eso provoca que la película
nunca alcance toda la intensidad que requiere la historia. Johnny Depp
resurge de entre las cenizas «después de hacer el indio en El Llanero
Solitario y de investigar en la I.A. en Transcendence» para encarnar a
un escalofriante personaje que da miedo. Pero, no son los asesinatos que
carga a su espalda el personaje de Whitey Bulger lo que da miedo, sino
es su lado más humano lo que da verdadero terror. Caracterizado con esa
media calva, Depp compone uno de los criminales más difíciles de olvidar
del cine reciente.
Scott Cooper ofreció un papel que le valió una estatuilla de oro a Jeff Bridges, y ahora le ofrece a Depp un papel que como mínimo le valdrá la nominación al Oscar. La dirección de Cooper es bastante convencional para una historia que en manos de Scorsese hubiese sido una obra maestra. Como se puede ver en Black Mass no es oro todo lo que reluce, la historia sin Depp se caería sobre su propios cimientos. De hecho, llega un punto en el que todo lo que transmite Cooper resulta tan monótono que solo Depp es capaz de darnos algo distinto.
Black Mass al menos resulta entretenida y es capaz de ofrecernos a un Depp muy alejado de sus registros habituales, en una actuación tan contenida como un poco decepcionante, para una historia que podía haber dado mucho más de sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario