La novela de eso que llaman literatura para jóvenes adultos en la que está basada y que da nombre a la película se convirtió en todo un best seller del New York Times, siendo número 1 en ventas para niños en 2011. En principio se iba a tratar de un álbum ilustrado con fotografías, pero su autor, Ransom Riggs, quería más para su novela por lo que escribió está fantástica historia sobre un muchacho que descubre el oscuro secreto que iba a revelarle su abuelo antes de morir. Una aventura que le llevará a un orfanato abandonado y destruido por una bomba de la Segunda Guerra Mundial, situado en una isla de Gales.
Inmerso
en una preocupante crisis creativa «que no alivia desde Frankenweenie», el director Tim
Burton quiere volver a los años de Eduardo
Manostijeras, Ed Wood o Big Fish, pero no puede o tardará un tiempo
en salir de ese pozo oscuro en el que lleva metido unos años, sin embargo, con El hogar de Miss Peregrine para niños
peculiares consigue un buen intento de volver o al menos, logra despertar
en mí algo de interés. Porque, la verdad, es que Burton para mí perdió
totalmente el interés cuando escuché que iba a hacer lo que fue una espantosa
adaptación de Alicia en el país de las
maravillas de Carroll.
El hogar de Miss Peregrine para niños
peculiares es una película atractiva,
sobre todo la apabullante primera hora, con momentos bellísimos «todos los relacionados
con el uso de la técnica del stop-motion»
y los peores momentos, cuando la dispersión narrativa y la cargante acción toman
protagonismo. La película de Burton te deja con la sensación de que le falta más
contenido macabro-oscuro, más universo suyo, con su poesía y melancolía, y le
sobra algo: que sus obras se siguen midiendo en función de la calidad de sus
ocurrencias visuales o que los efectos especiales toman el control hasta el
punto de que la genuina y sensible convicción narrativa queda en segundo plano,
perdiendo así todo el interés que había conseguido hasta entonces, o tal vez le
sobran las dos cosas.
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